Crisis del añil e introducción del café
Las condiciones de libre comercio que siguieron a la independencia política, la producción de añil se encontró aún más a merced de las oscilaciones del mercado mundial, al mismo tiempo que aumentaba la competencia del añil asiático y aunado a esto los productos químicos mostraron su valor como sustitutos baratos y seguros de los colorantes naturales, el añil se convirtió en un producto invendible. Rafael Menjívar nos dice que el año 1864 es relacionado con la expansión del café en su camino a convertirse en el eje de la matriz agroexportadora, a partir de tal momento es posible detectar la descomposición de una estructura económica determinada por la producción añilera.
Sin embargo de los colorantes inventados en la década de 1850, no había uno que sustituyese perfectamente al añil hasta 1897, lo cual permitió la supervivencia del producto hasta finales del siglo, pero en ése año cayó precipitadamente cuando ya el café representaba el principal rubro de exportación.
Lindo-Fuentes plantea que las constantes bajas en los precios internacionales del añil sufridos abrió paso a que se buscara un sustituto de tal producto, lo que coincide con la caída más baja en 1848 y los primeros excedentes de café obtenidos en la década de 1850, aun cuando el añil se recuperase el mejoramiento de los caminos y puertos hizo no abandonar el proyecto del café, iniciándose una «transición gradual» de introducción del café, en el que ante el alza o baja del precio ya fuese del añil o del café siempre era el otro producto el que se priorizaba.
Sólo la introducción creciente del café por unos tantos «visionarios» no era suficiente y se debió acelerar tal proceso mediante reformas directamente con la tierra y los trabajadores, a pesar del decreto legislativo en 1847 que fomentaba el cultivo del café exonerando de impuestos y otorgando árboles; para 1870 el Estado había vendido la mayoría de terrenos baldíos, y se derogó la ley que normaba la creación de ejidos nuevos.
Todo cambio ofrece resistencia, y cuando los indígenas mayoritariamente de Izalco se percataron que atentaban contra sus derechos con la venta de un terreno ejidal en Marzo de 1875 varios pobladores y sacerdotes unieron sus fuerzas en San Miguel entre 3 o 4000 sublevados robaron quemaron y devastaron, el gobernador militar de San Miguel fue castrado y asesinado, pero su lucha no tenía esperanza, ni la Iglesia ni las comunidades indígenas estaban en capacidad de pelear contra una élite deseosa de incrementar su riqueza y fe inquebrantable en el mercado libre.
Parecía un milagro, pues mientras bajaba en picada el precio del añil, a raíz del descubrimiento de los colorantes sintéticos, mejoraba el café. Milagro redactado por un bachiller pasante Esteban Castro en 1874; en el que hizo énfasis a la falta de leyes que reglamenten el cultivo de terrenos ejidales, ya que no era posible -su propuesta- convertirlos en propiedad privada, a esto agregó entre otras observaciones que la falta de mano de obra estaba determinada por la propiedad de medios de producción de la mayoría de campesinos, que dedicaban gran parte de su tiempo al ocio por lo que era evidente la falta de reglamentos de trabajadores.
Profético, la élite salvadoreña supo que su proyecto económico chocaba contra las formas tradicionales de tenencia de la tierra, más allá de que los indígenas creyesen que la tierra debía usarse para producir cultivos de subsistencia, los terratenientes daban prioridad a los cultivos comerciales más rentables, el café. Los ejidos y tierras comunales, pasaron de ser vistas como un obstáculo al desarrollo de la producción cafetalera a su abolición en los decretos de 1881 y 1882, en los cuales el prólogo decía que su existencia impedía el desarrollo agrícola, estorbaba la circulación y debilitaba los lazos familiares.
Sobre ejidos y tierras comunales «…su existencia contraria los principios económicos y sociales que la República ha adoptado.» Lo que aquel bachiller recomendó, sucedía como algo extraordinario, que al aplicarlo; al mismo tiempo que la élite se apropiaba de las tierras, se liberaba mano de obra para trabajar en las fincas de café, fue tanto el impacto que destacados autores difieren en cuanto si se afectó el 25% o 40% del territorio nacional con éstos decretos, sin duda algo significante.
Primero en 1881 se emitió el decreto de extinción de comunidades, la aplicación de ésta ley vino a fundirse con la Ley de extinción de ejidos, emitida en Mazo de 1882, era evidente la necesidad de tierra que se integre al capital de la actividad cafetalera y la necesidad de una mano de obra.
Inmediato a los decretos anteriores se estableció un sistema flexible de transferencias de tierras ejidales y comunales, pero en un país dominado por el analfabetismo dio lugar a aprovechamientos indebidos, inmigrantes llegaron y pronto se hicieron terratenientes, y en a menos de un mes de haber decretado la eliminación de tierras de las comunidades, se decretó la «ley de jornaleros y creación de jueces de agricultura» , típica ley contra la vagancia, cuyo objetivo era controlar la mano de obra, se establecieron condiciones represivas para que a la elite cafetalera no le faltase la mano de obra que requería en el cultivo del café.
Un nuevo cultivo se convertía en el amo y señor de la economía, acrecentado por las transformaciones, un nuevo estandarte y en torno a éste -el café-; el capital invertido en la comercialización y el crédito lograba buenas ganancias y fortalecía la tendencia la concentración, visible por todos lados, manifestándose con el surgimiento de una cúpula de exportadores, banqueros, prestamista, beneficiadores y grandes cafetaleros.
Caracterización del modelo agroexportador con el café
El Modelo Agroexportador estuvo basado en monocultivos en El Salvador (como el añil, el café y otros productos agrícolas); un país pobre, pequeño, débil y aislado, dedicado exclusivamente a la agricultura de subsistencia, que nació con una clase profesional de cuatro abogados, cuatro médicos, doce cirujanos y siete boticarios, desde el primer momento identificó el crecimiento económico con la expansión de la agricultura de exportación (pero el compartir el crecimiento no fue -nunca ha sido- tema de discusión entre las altas esferas del gobierno), cuyas consecuencias de éste crecimiento basado en las exportaciones de productos primarios se hizo evidente y la salud de la economía se volvió dependiente de los precios de tales productos.
Bajo el café este modelo se caracterizó por tener su fundamento en la exportación de productos agrícolas predominando el café; sin embargo hay otros aspectos entre los cuales se puede mencionar:
• El aparato productivo dependía en extremo de las importaciones de bienes intermedios y de capital, que requería de la existencia de suficientes divisas para sostener tales importaciones, de lo contrario ocurrían recesiones especialmente en la industria manufacturera, resaltando que la mayor fuente de divisas era la exportación de productos primarios estandartes del sector agroexportador como el café, azúcar y algodón, que además aportaba la suficientes divisas para suplir la carencia de oferta agrícola mediante la importación de alimentos.
• La principal fuente de acumulación de capital provenía del sector agro-exportador, de tal sector se extraía el excedente que servía para generar las inversiones, empleo, e ingreso en otros sectores de la economía nacional, los bancos que entonces eran generalmente propiedad de caficultores se encargaban de circular dicho excedente, convirtiéndose en el brazo financiero del sector agroexportador, canalizando mayores niveles de crédito a tal sector mayoritariamente respecto de los demás.
• El modelo agroexportador condujo a una profundización del subdesarrollo económico de El Salvador, ya que las ganancias obtenidas no contribuyeron a mejorar la calidad de vida de la mayoría de los salvadoreños, ni a construir una estructura productiva integrada y sólida más allá de la agroexportación.
• La estructura tributaria salvadoreña descansaba en impuestos indirectos, dentro de los que se incluían los impuestos a las exportaciones, los principales ingresos provenían del sector agroexportador ante éste los ingresos fiscales se volvían vulnerables.
El fin de siglo vino bajo el signo del café ya no había dudas los interés de la elite cafetalera se convertían en leyes y como había sido con el añil tras la independencia Inglaterra tenía el cuasi-monopolio del comercio exterior del país, y coherente con las características ya descritas anteriormente la mayor parte de los ingresos generados por las exportaciones se utilizó para adquirir productos, manufacturados, herramientas de hierro, licores, vidrios, medicinas, cerámica libros y muebles. Aun cuando en 1892 Estados Unidos se perfilaba como el destino del mayor porcentaje de exportaciones de café con un 31.7% mientras (a Inglaterra sólo se exportaba el 11.73%), el 32% de las importaciones venían siempre de Inglaterra. Las exportaciones de café generaban los ingresos para financiar el ejército, obras públicas y hasta escuelas -claro nunca fue la educación algo prioritario.
El café también, proveía divisas para exportar casi de todo, incluso los sacos para exportar el café, alguien relató en ésa época: «El Salvador, no teniendo por así decirlo ninguna industria está obligado a pedir al extranjero, principalmente a Inglaterra, todo aquello de lo que tiene necesidad.
No faltaron tampoco las voces que dijeron de que la dependencia extrema del café no era sano para el país, en 1927 llega José Suay como ministro de Hacienda y Crédito Público acertadamente dijo, que la dependencia de un solo cultivo era preocupante, sugería la diversificación agrícola, la industrialización para sustituir el 70% de los productos importados de Estados Unidos y Europa, apoyo la creación del Banco Hipotecario, y criticaba la injusticia fiscal que lo único que hacía era encarecer la vida de la mayoría, los pobres; y evidencio la necesidad de instaurar impuestos directos.
Mientras los trabajadores «libres» luego de despojarlos de los molestos lazos que los ataban a sus tierras ejidales o comunales, debían moverse de fincas en fincas sin conseguir trabajos fijos en su mayoría mientras el nuevo Código de Agricultura -parte de las reformas que acompañaron la privatización de tierras institucionalizado en 1983- se ejercía más que para disciplinar para acciones represivas. Se les hacía trabajar 11 horas de Lunes a Viernes se les proveía alimentación consistente en frijoles y tortillas, las mujeres recibían tortillas más pequeñas, a costa de las precarias situaciones, el trabajo forzado muchas veces y con la baja inversión en la educación, el sector rural aprendió a cultivar café y lo hacía bien.
Pero la elite estaba preocupada por más por formar su brazo financiero tras intentos fallidos y comitivas a Inglaterra para financiar la creación de un banco, en 1880 se fundó el primer banco exitoso, el Banco Internacional, el origen de la banca en el país siempre estuvo vinculado a la expansión de la industria del café, los primeros bancos tuvieron su sede en los departamentos occidentales, pero la libertad del sistema financiero y su atadura al café y los precios internacionales de éste generaban crisis en la banca.
El Salvador bajo este modelo ya temprano se ponía a merced del capital imperialista, que pronto vino para tomar el control del transporte, comercio exterior, monopolio del crédito con las sucursales de bancos, etc. Luego de múltiples intentos fracasados por establecer un Banco de crédito agrícola, en 1934, se aprobó la que ley establecía la creación de un Banco de crédito inmobiliario. Es importante mencionar que en 1934, las exportaciones de café representaron el 95% del total exportado por el país.
Los contrastes de la sociedad salvadoreña, ya al finalizar el siglo XIX eran claros, la elite tenía una forma de vida totalmente alejada del campesinado en todo, los gobiernos iban y venían a voluntad de la elite cafetalera.
El Salvador como un país el cual estaba sumamente conducido por un modelo agroexportador, que por otro lado también estaba bajo la dependencia de un modelo ISI en el pasado por la baja integración que tenían los otros dos sectores productivos los cuales requerían mucho a las importaciones de bienes de capital, se veía obligado a tener una cantidad considerable de divisas, para poder sostener el nivel de demandas de divisas que se generaban, y en este momento el modelo agroexportador era el principal motor de entrada de divisas por lo cual era el componente esencial de la actividad económica interna y del nivel de la población económicamente activa PEA, en el área del campo ya que no se requería de mano de obra calificada. De igual manera el trabajo generado es considerado un empleo estacional ya que surge cada cierto periodo. Por otro lado dicho modelo era el principal a portador en los ingresos del estado debido a los impuestos a las exportaciones, al igual el modelo agroexportador era la principal fuente de la acumulación de capital de la economía Salvadoreña
Cuando comienza la década de los 80 el modelo agroexportador que había sido recuperado En el período de 1950 – 1979 entró en una difícil crisis que durante toda la década de los 80 se agudizó y demostró lo débil que había sido durante los cambios que habían surgido en las dos últimas décadas. En este mismo periodo la producción de algodón disminuye considerablemente en consecuencia del desvanecimiento que está sintiendo el modelo y con otro factor importante que surge como lo fue el factor político social que acompañaba al país, ya que la mayor parte de la cultivación fue afectada por la guerra civil. El sector primario comienzan a disminuir sus exportaciones tradicionales y las no tradicionales toman fuerzas entre las cuales podemos mencionar un aumento del sector maquila.
En la década de los ochenta surgió una nueva forma de obtener divisas surgió una migración externa que se dio en el periodo de guerra los salvadoreños que emigraron envían sus salarios al país en calidad de remesas familiares. Cuyo valor anual de 20.8 millones de dólares. Un antecedente de las causas de las remesas familiares fue el desplazamiento de los recursos primarios de exportación que eran los principales generadores de divisa. En los años ochenta las remesas que percibían las familias no tenían ninguna importancia macro económica representaba solo el 1.5% del PIB. El valor de las exportaciones de los productos primarios con un 5.8%.
A pesar de que el modelo agroexportador había logrado recuperarse, esto no se había traducido en una mejora significativa de las condiciones sociales de la población y en una capacidad de crecimiento sostenido de la economía nacional. Alternativamente se fue gestando la formulación del modelo de industrialización por sustitución de importaciones, que se aplicó de manera sistemática durante las décadas de los 50 y 60. Éste tenía como finalidad, reducir la dependencia externa, diversificar la economía nacional y reforzar el poder de compra del país.
1) Constitución de un nuevo Bloque en el Poder, en cuyo interior encontraron acomodo los sectores modernizantes de la oligarquía, las emergentes clases medias, y el ejército;
2) Elaboración de un nuevo proyecto político-económico que implicaba, al menos, los siguientes elementos:
a) Incorporación de nuevos sectores, particularmente las clases medias ligadas tanto al aparato estatal pero también al incipiente sector industrial;
b) Impulso del proceso de sustitución de importaciones, con sustentación en el mercado horizontal, aditivo, suministrado por el Estado a través de los pactos bilaterales, primero, y después por el mercomún con la firma del Tratado General de Integración Económica en 1960; proceso industrializador que también recibió fuerte cobertura estatal a todos niveles: infraestructura, exenciones fiscales, incentivaciones, financiamiento; etc.;
c) Profundización de la dependencia hacia el exterior en virtud del proceso de industrialización dado que éste se impulsó por la vía del crédito externo, básicamente en lo que hace relación a la erección de la infraestructura, pero también en términos de bienes de capital, tecnología, materias primas e insumos;
d) Diversificación de la agricultura, principalmente a través del fortalecimiento de la agricultura de exportación mediante el impulso que cobraron los cultivos de caña y algodón después que el Estado roturó, mediante la construcción de la Carretera del Litoral, la última frontera agrícola del país, pero sin la aceptación de las condiciones generales de la producción agrícola- se impulsaron bajo los mismos patrones de producción utilizados para el café: concentración de los medios de producción, cosechas por temporada, mano de obra barata y estacional, desempleo masivo, etc.
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